Artículo elaborado por Eleonor Nolan,
26 de Julio, 2021.

Género: Obra de Teatro (Comedia)
Sinopsis:
John Worthing, apodado Jack, acude a la residencia de Algernon Moncrieff, en Londres, para pasar la tarde con su amigo. Sin embargo, Algernon espera la visita, de un momento a otro, de su tía, Lady Bracknell, y de la hija de ésta, Gwendolen Fairfax. “¡Magnífico!”, exclama Jack, quien es conocido por todos bajo el nombre de Ernesto. Algernon, ante el entusiasmo de su camarada, le deja en claro que su presencia no será del agrado de Lady Bracknell. Jack, no obstante, no se deja intimidar por esta advertencia. Ha venido a Londres para declarar su amor a Gwendolen. Algernon, al enterarse de esto, se niega a otorgar su consentimiento para que se produzca el enlace matrimonial.
Mi querido amigo, Gwendolen es prima hermana mía. Y antes de permitir que te cases con ella tendrás que ponerme en claro la cuestión de Cecilia.
(La importancia de ser Ernesto, de Oscar Wilde; Terramar Ediciones, año 2006; página 17).
Jack, perplejo, exige a Algernon que le expliqué a qué disparate se refiere. Algernon ordena a su criado que le traiga la cigarrera que su amigo ha extraviado en el salón de fumar durante su última visita; la misma tiene una dedicatoria de la susodicha Cecilia.
De la pequeña Cecilia, con todo su cariño, para su querido tío Jack.
(La importancia de ser Ernesto, de Oscar Wilde; Terramar Ediciones, año 2006; página 18).
Ante tal evidencia, Jack se ve en el apuro de confesar que su verdadero nombre es John (del cual deriva el apodo “Jack”); que Cecilia es una joven de dieciocho años recién cumplidos de la cual es tutor por la voluntad del difunto Thomas Cardew, quien cuidó de él cuando era niño; y que “Ernesto” es un nombre falso que ha adoptado para desentenderse de vez en cuando de sus responsabilidades y disfrutar de las distracciones que ofrece la ciudad.
Al poco rato de haber hecho ésta revelación aparecen Lady Bracknell y Gwendolen. Cuando Jack, con la ayuda de Algernon, logra quedarse a solas con ésta, le confiesa que se encuentra profundamente enamorado de ella. Gwendolen le corresponde dichosa, ya que su sueño siempre ha sido estar con un hombre que se llamara Ernesto.
A partir de entonces se suceden una serie de imprevistos y de enredos. Jack intentará no perder el amor de Gwendolen mientras Algernon se hará pasar por otro hombre para seducir a Cecilia.
Personajes:
Jack Worthing.
Algernon Moncrieff.
Lady Bracknell.
Gwendolen Fairfax.
Cecilia Cardew.
Miss Prism, institutriz de Cecilia.
El reverendo Casulla, encargado de los oficios de la parroquia de Woolton.
Lane, criado de Algernon.
Merriman, mayordomo de Mr. Worthing.
“Ernest” y “earnest”, homónimos en el idioma inglés. Traducciones en la lengua española.
La obra escrita por Wilde presenta un juego de palabras entre el nombre “Ernest” (“Ernesto”) y el adjetivo calificativo “earnest” (“serio”, u “honesto”) pues ambos suenan igual al ser pronunciados. En la época victoriana, la severidad era el valor primordial a seguir tanto en la vida privada como en la pública procurando de imitar el ejemplo de la familia real. Este principio fue tan vigoroso durante el siglo XIX que a menudo resultaba imposible de llevar a cabo. Oscar Wilde decidió burlarse del estilo de vida que los ciudadanos estaban obligados a llevar, y nunca pensó que una simple burla tendría tanto éxito. La traducción al español trajo consigo ciertos inconvenientes al no poder respetarse esa asociación de vocablos. Algunas ediciones optaron por cambiar el nombre del personaje principal para ser lo más fieles posibles a la idea original de Wilde; así se encuentran traducciones donde el título de la obra figura como “La importancia de llamarse Franco”, o “La importancia de llamarse Honesto”. En otros ejemplares, en cambio, los editores han decidido renunciar al doble sentido establecido por Wilde titulando a la obra como “La importancia de ser severo”, o “La importancia de ser formal”. Aunque menos consistente con la versión en inglés, la traducción que ha prevalecido ha sido la que da nombre a este artículo; es decir, “La importancia de llamarse Ernesto”.
Era victoriana. Análisis del contexto histórico y de los personajes:
Escrita a fines del siglo XIX, durante el mandato de la reina Victoria, la obra de Wilde es una parodia de los valores éticos y morales que prevalecieron en dicha época. Existía una fuerte represión hacia cualquier conducta que no estuviera regida por el conservadurismo y las normas impuestas por la Iglesia Anglicana. Con la moral victoriana se vieron beneficiadas la clase alta y la aristocracia. Ésta última había perdido parte de su poderío durante los mandatos de los últimos monarcas; una triste realidad para la reina Victoria quien logró imponer su voluntad y restaurar el prestigio de la familia real.
En la obra de Wilde, el contexto social de la época se refleja en los diálogos entre sus personajes.
1. Lady Bracknell:
Quizás se trate de uno de los personajes de mayor relevancia en la obra de Wilde. Es una dama inglesa que ostenta los lujos de su riqueza. Hipócrita, descortés, superficial; preocupada tan sólo por mantener las apariencias. Encontramos varias citas que expresan cuáles son sus creencias; de más está decir que éstas concuerdan con las exigencias de la sociedad de ese entonces.
A) El progreso de las clase media y baja como un peligro eminentemente:
Las clases pobres tenían acceso a la educación pero de una manera muy diferente a como lo hacía la clase alta. Mientras ésta enviaba a sus hijos a instituciones privadas (internados), las familias con escados recursos enviaban a sus hijos a escuelas que generalmente dependían de la Iglesia y que eran gratuitas. En otros casos la situación era peor, puesto que en las familias más carenciadas, en las cuales los niños debían colaborar con la economía del hogar, estos se veían privados de la posibilidad de asistir a dichas instituciones de caridad pues todo el día de encontraban desempeñando labores en alguna fabrica.
Las principales diferencias entre los internados y las escuelas públicas se traducía en el nivel de educación que cada uno ofrecía. Mientras los internados impartían una formación amplía, las escuelas de caridad enseñaban casi exclusivamente lectura, escritura y aritmética. Nociones como geografía e historia sólo eran impartidas en algunas pocas cuando el alumno ya había logrado dominar las disciplinas anteriores. En los casos en que los niños no podían asistir a la escuela, aprendían de forma autodidacta con los medios que estaban a su alcance.
La educación era un privilegio y, como tal, determinaba quienes podrían labrarse un futuro y progresar. Sólo un grupo reducido de alumnos de aquellas escuelas públicas conseguían realizar estudios superiores y dedicarse a un oficio como abogacía, contaduría, entre otros. Aún así, era una posibilidad cada vez más tangible para muchos.
Lady Bracknell se jacta de la importancia que se confiere a la educación por razones obvias. Pero Oscar Wilde da un paso más y utiliza a Lady Bracknell para hacer una sutil crítica dando a entender que tantos ricos como pobres son analfabetos.
No hay nada como la ignorancia natural. La ignorancia es como un delicado fruto exótico: se la toca y desaparece la pelusilla. La teoría de la educación moderna es íntegra y radicalmente falsa. Afortunadamente, en Inglaterra, la educación no produce el menor efecto. Si lo produjese, representaría un serio peligro para las clases altas.
(La importancia de ser Ernesto, de Oscar Wilde; Terramar Ediciones, año 2006; página 31).
B) La importancia de la fortuna por sobre el valor personal:
La época en la que Oscar Wilde realizó su producción literaria fue una época que se caracterizó por mantener las apariencias de acuerdo a los valores morales imperantes. Las clases adineradas, con su hipocresía habitual, no se vinculaban con nadie que estuviese fuera de su esfera social, por más honesta que pudiese ser la persona en cuestión; y, en cambio, estaba encantada de codearse con los personajes más libertinos siempre y cuando estos contasen con una riqueza, y en algunos casos también un linaje, que los hiciera merecedores de un trato especial.
Lady Bracknell: …Y aunque sea por pura fórmula, señor Worthing, quisiera preguntarle si miss Cardew posee alguna fortunita.
(La importancia de ser Ernesto, de Oscar Wilde; Terramar Ediciones, año 2006; página 80 y 81).
Jack: ¡Oh! Unas ciento treinta mil libras esterlinas en papel del Estado. Nada más. Vaya usted con Dios, lady Bracknell. Encantado de haberla visto.
Lady Bracknell (sentándose de nuevo): Un momento, señor Worthing. ¡Ciento treinta mil libras! ¡Y en papel del Estado! Ahora que la veo mejor, miss Cardew me parece una muchacha muy interesante(…) Pero ese vestido es de una sencillez lastimosa, y su pelo parece tal como le hizo la naturaleza. Claro que esto se arregla enseguida. Una doncella francesa, experta, conseguirá resultados maravillosos en poquísimo tiempo.
2. Algernon Moncrieff:
Al contrario de su tía, Algernon, como miembro de la clase alta, procura comportarse de manera cortes con sus conocidos como una medida necesaria, y reconoce, a su vez, la hipocresía de su esfera social. Se aburre en las veladas a las que debe asistir y crítica, mediante comentarios ingeniosos que ni sus amigos ni sus familiares tienen en cuenta, el comportamiento de las damas y los caballeros con los que debe codearse.
A) Bunburysmo:
Como una forma de liberarse de las presiones de la sociedad, Algernon recurre a una artimaña que le proporciona una excusa perfecta para distraerse de sus obligaciones. Inventa un amigo, al cual llama Bunbury, que padece un estado deplorable de salud. Como hombre sensible, Algernon debe asistir a su amigo en numerosas ocasiones, lo cual fastidia especialmente a Lady Bracknell quien debe reorganizar el orden en que sus invitados se sentarán en la mesa cada vez que su sobrino falta de forma imprevista a una cena.
El concepto de “Bunburysmo” aparece en la trama cuando Algernon se entera de que Jack utiliza el mismo método para desentenderse de sus deberes como tutor de la señorita Cardew. Así, una persona adquiere el adjetivo calificativo de “bunburysta” cuando utiliza una falsa identidad para escapar de los deberes que impone la sociedad Victoriana.
B) La gula; pecado capital, y obtención de placer:
Cada vez que le es posible, Algernon engulle los aperitivos que están a su alcance durante la hora del té. La única persona que se percata de esto y lo reprende es Jack.
A través de éste comportamiento, que únicamente se permite tener delante de su íntimo amigo, Algernon revela su ansia de saciar sus más primitivos instintos. Sigmund Freud sostenía que había cuatro fases del desarrollo sexual siendo la primera la “fase oral”, propia de los bebés de pecho. Asimismo sostenía que el desarrollo podía quedarse estancado en una de aquellas fases a través de la cual el sujeto seguiría intentando canalizar su libido.
Es poco probable que Oscar Wilde conociera las investigaciones de Freud sobre este asunto ya que el médico publicó sus teorías unos años después. La relación entre la comida y el placer era una noción ya conocida y por eso reprimida por la Iglesia; como también eran reprimidas todas aquellas acciones que tuviesen como fin satisfacer cualquier deseo del hombre, sea cual fuese su naturaleza. Una vez más, encontramos un ejemplo de lo estricta que era la sociedad Victoriana, y del grado de desesperación al que podía arrastrar a un individuo.
C) La clase trabajadora como el único atisbo de esperanza moral:
Algernon, como ya hemos expresado, es consciente de la superficialidad que caracteriza al estrato social al cual pertenece. Con ironía realiza un comentario al respecto de la clase media y baja, comentario que no es otra cosa sino una crítica encubierta a la clase alta, la cual carece de principios.
Las ideas de Lane sobre el matrimonio me parecen algo relajadas. Realmente, si las clases inferiores no dan buen ejemplo; ¿para qué sirven en este mundo? Como clases, creo que no tienen el menor sentido de responsabilidad moral.
(La importancia de ser Ernesto, de Oscar Wilde; Terramar Ediciones, año 2006; página 14).
3. Reverendo Casulla:
Éste personaje presenta una dualidad; miembro de la Iglesia Anglicana es, no obstante, un simple ser humano que oculta sus sentimientos y reprime sus deseos como los demás sujetos que componen la sociedad.
A) La represión del Anglicanismo:
El reverendo Casulla es constantemente acosado por la señorita Prism, quien no puede evitar hacerle insinuaciones amorosas. Aunque quisiera poder establecer una relación más cercana con ella, la moral imperante de la época pesa más que su propia voluntad.
Miss Prism: Está usted muy solo, mi querido doctor Casulla. Debería usted casarse. Puedo comprender un misántropo, ¡pero un mujerántropo, jamás!
(La importancia de ser Ernesto, de Oscar Wilde; Terramar Ediciones, año 2006; página 48).
Casulla (Con un escalofrío de hombre docto): No merezco, créame, un vocablo de tan marcado neologismo. El precepto, así como la práctica de la Iglesia primitiva, eran claramente opuestos al matrimonio.
Miss Prism (Sentenciosa): Ésa es, sin duda alguna, la razón de que la Iglesia primitiva no haya durado hasta nuestros días. Y usted parece no darse cuenta, mi querido doctor, de que un hombre que se empeñan en permanecer soltero se convierte en una perpetua tentación pública. Los hombres deberían ser más prudentes; su celibato puede hacer que se pierdan muchas naturalezas frágiles.
B) Las metáforas como método de predicar la religión:
Era común que los párrocos utilizarán distintos tipos de metáforas en su sermones durante las ceremonias que se celebraban los domingos. Wilde ha preferido reírse de ésta costumbre, en ocasiones tediosa y exagerada, sacando provecho de las ocasiones que se le presentan al Reverendo Casulla para elogiar la belleza de Mis Prism.
Si yo tuviera la suerte de ser discípulo de miss Prism, estaría pendiente de sus labios. (Miss Prism abre mucho los ojos.) Hablo metafóricamente… Una metáfora tomada de las abejas. ¡Ejem!
(La importancia de ser Ernesto, de Oscar Wilde; Terramar Ediciones, año 2006; página 44).
4. Miss Prism:
Encargada de la instrucción de Cecilia, es el personaje de mentalidad más rígida que podemos encontrar en esta obra de teatro. Al igual que el Reverendo Casulla, presenta un doble comportamiento que responde a la lucha interna entre su sentido de la responsabilidad y el anhelo por el placer carnal.
A) Las instituciones educativas como organizaciones esenciales para restringir la libertad:
Si bien Cecilia, la pupila de Miss Prism, no asiste a ningún internado de señoritas sino que su educación está por completo en manos de Miss Prism, los discursos morales que debe soportar aquella por parte de ésta son un ejemplo de cómo procedían los maestros ante sus alumnos en los salones de clases (y también las institutrices, pero en su caso desempeñando sus deberes dentro de los hogares de las familias pudientes)
B) El romanticismo perdido:
En la era victoriana se busca dejar atrás el movimiento conocido como Romanticismo y se pretende reivindicar lo real. Sin embargo, pareciera haber una cierta nostalgia por el pasado. Miss Prism, sin más remedio que adaptarse a la época en la cual vive, oculta su interés por las novelas rosa así como su anhelo por vivir una vida en la que reine el amor por sobre todas las cosas. Habiendo escrito en su juventud una novela romántica en tres tomos, sufre de una manera indescriptible cuando escucha criticar su manuscrito. Por otro lado, busca constantemente atraer al Reverendo Casulla y desea que él repare en ella y se decida a convertirla en su esposa; los intentos de Miss Prism, no obstante, no dejan de ser meras insinuaciones.
5. Jack Worthing:
Al igual que Algernon busca escapar de las restricciones de su esfera social mantenimiento una doble vida; en el campo se hace llamar Jack, nombre dado por su padre adoptivo, y en la ciudad se presenta a todos como “Ernesto”.
A) Convencionalismo social:
Jack mantiene un comportamiento, en términos generales, serio y acorde a las costumbres de la época. Al margen de su necesidad de librarse del tedio de un sistema moral que se ha vuelto demasiado estricto, representa fielmente al hombre de la era victoriana; es un caballero sensato con el anhelo de llevar una vida en familia. Sus valores y creencias concuerdan con los de la era victoriana.
B) Propuesta matrimonial:
Todo caballero que quisiese comprometerse con una dama debía seguir ciertos pasos. En primer lugar, en el momento de la declaración amorosa, debía comunicar sus intenciones con un lenguaje claro y preciso que no diese lugar a confusiones. Era luego habitual que la joven en cuestión rechazara dicha propuesta en espera de una segunda por parte del interesado. Cuando por fin la propuesta era aceptada se comunicaba tan sólo a los familiares y amigos más cercanos de la pareja. Tras un breve lapso de tiempo se hacía el anuncio formal.
En la obra, Oscar Wilde se burla de éste procedimiento, en especial de la forma en la que ha de ser la declaración en sí misma.
Jack: Gwendolen, es preciso que vaya a bautizar me inmediatamente…, digo, es preciso que nos casemos inmediatamente.
(La importancia de ser Ernesto, de Oscar Wilde; Terramar Ediciones, año 2006; página 28 y 29).
Gwendolen: ¿Casarnos, señor Worthing?
Jack (Estupefacto): Naturalmente… Ya sabe usted que la amo, miss Fairfax, y usted me ha hecho creer que yo no le era completamente indiferente.
Gwendolen: Lo adoro. Pero usted no se me ha declarado todavía. No me ha hablado usted para nada de casamiento.
Jack: Bueno… ¿Puedo declararme ahora?
Gwendolen: Me parece que sería una ocasión admirable. Y para evitarle toda posible desilusión, señor Worthing, creo leal manifestarle con toda franqueza y de antemano, que estoy completamente decidida a decirle que sí.
Jack: ¡Gwendolen…!
Gwendolen: Sí, señor Worthing, ¿qué tiene usted que decirme?
Jack: Ya sabe usted lo que tengo que decirle.
Gwendolen: Sí, pero usted no lo dice.
Jack: Gwendolen, ¿quiere usted ser mi mujer? (Se arrodilla.)
Gwendolen: Claro que quiero, vida mía.
6. Gwendolen Fairfax:
Es una mujer, hija de un hombre procedente de la aristocracia, que refleja los ideales victorianos pensados para contentar a las clases pudientes. Su conducta da muestra de la superficialidad de la Inglaterra del siglo XIX.
A) Moda en la era victoriana:
No hay una referencia clara en la obra con respecto al modo de vestir de por aquel entonces, dado que el público al que estaba destinada conocía a fondo sus características. Pero, en cambio, hay una breve alusión a la importancia de los vestidos y de los trajes de esa época. Ni bien Gwendolen ingresa en el primer acto al salón de Algernon, éste remarca lo elegante que está. Gwendolen replica diciendo “¡Yo siempre estoy elegante! ¿No es verdad señor Worthing?”.
En la era victoriana la vestimenta diferenciaba a una clase social de otra. La diferencia principal se daba entre las mujeres. Las que contaban con más recursos lucían vestidos de mejor calidad y con mayor colorido; en cambio, las más pobres adquirían vestidos más sobrios y en muchos casos usados.
La vestimenta permitía, además, diferenciar a una mujer de clase alta de una pobre por el hecho de que la primera seguramente usaría un corsé mientras la segunda usaría ropas sueltas que le permitieran trabajar. También había estrictas pautas que debían seguirse según la edad de la mujer y su estado civil.
Wilde no profundiza en ésta extravagancia de la época pero la actitud de Gwendolen al respecto es suficientemente descriptiva.
B) Las revistas para mujeres:
Las damas de aquel entonces deseaban estar al tanto de las últimas novedades principalmente en materia de vestimenta. Pero más avanzado el siglo XIX comenzaron a aparecer revistas que además trataban temas culturales y políticos. Era importante para una joven de una familia bien posicionada mantenerse informada sobre distintas cuestiones para ser capaz de mantener una conversación interesante durante las veladas y los bailes. Dichas revistas, claro está, no estaban al alcance de las clases más pobres por el costo de las mismas.
Gwendolen hace mención de éstas revistas de una manera particular; un comentario con el que Wilde aprovecha para mofarse de las señoritas de clase alta que solo querían mantener las apariencias.
Vivimos, como usted sabe, señor Worthing, en una época de ideales. Es u hecho que nos recuerdan constantemente en las revistas mensuales más caras, y que ha llegado, según me han dicho, hasta los púlpitos de provincias; y mi ideal ha sido siempre amar a un hombre que se llamase Ernesto.
(La importancia de ser Ernesto, de Oscar Wilde; Terramar Ediciones, año 2006; página 27).
7. Cecilia Cardew:
Se presenta como un personaje antagónico al de Gwendolen pues es rebelde y se aburre con las lecciones de alemán, de economía política, entre otras, con las cuales Miss Prism pretende convertirla en una señorita educada. Cecilia se mantiene ajena a la hipocresía de la sociedad.
A) El diario íntimo:
Era una costumbre de la época. Las jóvenes solían llevar consigo un diario en el cual escribían todos sus anhelos con respecto al amor mientras aguardaban que algún caballero se fijara en ellas. Cuando Cecilia conoce al supuesto hermano de su tutor, y éste comienza a cortejarla, Cecilia no puede evitar la tentación de anotar en dicho cuaderno cada una de las palabras que su pretendiente le dedica; una escena que es claramente una parodia del comportamiento pueril e inocente de las muchachas.
Algernon: Espero, Cecilia, que no la ofenderé si le declaro conntoda franqueza, abiertamente, que me parece usted por todos los estilos la personificación de la perfección absoluta.
(La importancia de ser Ernesto, de Oscar Wilde; Terramar Ediciones, año 2006; página 57).
Cecilia: Creo que su franqueza lo honra mucho, Ernesto. Si usted me lo permite, copiaré ese juicio de usted en mi diario (Va hacia la mesa y se pone a escribir en el diario).
Algernon: ¿Lleva usted de verdad un diario? Daría cualquier cosa por techados un vistazo. ¿Me deja usted que lo haga?
Cecilia: ¡Oh, no! (Coloca su mano sobre el diario). Comprenderá usted que esto es la relación de los pensamientos e impresiones de una muchacha muy joven, y que está hecho, por consiguiente, con la intención de publicarlo. Cuando aparezca en volumen, espero que adquirirá usted un ejemplar. Pero siga usted, Ernesto; se lo ruego. Me encanta escribir al dictado. Me he quedado en “perfección absoluta”. Puede usted continuar. Estoy dispuesta a seguir escribiendo.
Gwendolen también lleva consigo un diario íntimo, pero cuando Cecilia y ella comparten sus respectivas anotaciones, en éste caso el tema se aborda de una manera fría e indiferente pasando a ser ese diario una crónica desprovista de todo tipo de sentimentalismo.
B) Vida en el campo:
Con la Revolución Industrial en 1760, la clase trabajadora empezó a migrar a las ciudades dónde había más posibilidades de/para subsistir. Las familias aristocráticas y pudientes que tenían su residencia principal en el campo fueron testigos de cómo sus ingresos se reducían y sus finanzas eran dramáticamente afectadas. No obstante, algunos lograron conservar parte de sus tierras. En la minoría de los casos, los propietarios continuaron explotando sus recursos agrícolas y mantuvieron una modesta vivienda alejada del tumulto de las ciudades donde establecieron su residencia principal para los negocios. Tal era el caso del difunto Thomas Cardew, el abuelo de Cecilia. También fue el caso de Jack al comienzo del primer acto; se había instalado en el campo con Cecilia para cuidarla. La vida en el campo era más sencilla y tranquila que la vida en la ciudad.
El uso del lenguaje: Sarcasmo, ironía y paradojas.
Sarcasmo:
Oscar Wilde cuenta con el maravilloso personaje de Lady Bracknell para plasmar sus más duras críticas contra la doble moral imperante en Inglaterra durante más de la mitad del siglo XIX bajo el mandato de la reina Victoria. Los comentarios de Lady Bracknell, siempre despectivos, en su mayoría están dirigidos a Jack Worthing. De la forma más elegante, Lady Bracknell trasluce la crudeza de la época victoriana.
Ironía:
A diferencia del sarcasmo, la ironía es un recurso mucho más sutil que se utiliza para dar a entender lo opuesto a lo que se está diciendo sin pretender ofender al interlocutor. Algernon Moncrieff y Jack Worthing tienen líneas ingeniosas que encubren una crítica más delicada por parte de Oscar Wilde realizada por medio de Lady Bracknell. De estos dos personajes, Algernon es quien se luce en los diálogos que ambos mantienen.
Paradojas:
Éste recurso se encuentra presente en menor medida que los anteriores. La paradoja se destaca por sembrar confusión sin oponerse con sus dichos a las leyes de la lógica. Al igual que en el caso anterior, se la puede hallar en los diálogos que mantienen Algernon y Jack.
Estreno de la obra. Primera representación
“La importancia de llamarse Ernesto” se estrenó el 14 de febrero de 1895, coincidiendo con el día de San Valentín, en el teatro St. James de Londres. El público estaba constituido, en su mayoría, por integrantes de la clase alta. La obra recibió una gran aceptación por parte de la audiencia y la función resultó un completo éxito. Sin embargo, un sujeto estuvo a punto de arruinar la velada. Se trató del marqués de Queesberry, padre de Lord Alfred Douglas quien era por aquel entonces amante de Oscar Wilde. A esta situación se sumaba el agravante de que Alfred Douglas era in muchacho que no contaba con la mayoría de edad. El marqués de Queesberry había planeado tirar hacia el escenario, a los pies de Wilde, un ramo de verduras cuando el telón hubiese caído al final del último acto para humillarlo. Oscar Wilde y George Alexander, gerente del teatro, al tanto de las intenciones del marqués, ordenaron que se le revocara el ticket y se organizó un cordón de policías para que rodeará el edificio y prohibiera la entrada del marqués al edificio. La obra permanecería en cartelera tres meses alcanzando un total de ochenta y tres funciones. Su declive sería irremediable tras la condena de Oscar Wilde por el delito de consumación de relaciones homosexuales. George Alexander, tras intentar salvar la representación removiendo el nombre de Wilde del programa, no tendría más remedio que cancelarla.
Reseñas de la Premier:
Arthur Bingham Walkey (crítico teatral):
En el diario Speaker, el 23 de Febrero de 1895, se refirió a “La importancia de llamarse Ernesto” como una obra ridícula de comienzo a fin. Según su análisis, Oscar Wilde había elaborado una comedia en la cual predominaba el “sin sentido”. La risa era promovida, en su opinión, por las acciones descabelladas de los personajes. La obra era, para Walkey, el mayor logro de Oscar Wilde como dramaturgo y traslucía su verdadera esencia como tal.
Herbert George Wells (escritor):
Para Wells la obra resultó sorpresivamente “fresca” luciéndose por el sentido del humor de Oscar Wilde. La consideró divertida y consideró factible que parte del público no comprendiera el mensaje oculto en ella.
Bernard Shawn (dramaturgo y crítico teatral):
De todos los intelectuales que realizaron reseñas sobre “La importancia de llamarse Ernesto”, Shawn fue el más brutal con sus palabras. Expresó que la obra lo entretuvo por sus trucos escénicos, pero no halló en ella nada que le produjese emoción alguna.
William Archer (escritor y crítico teatral):
Archer se refirió en su reseña a “La importancia de ser Ernesto” como una obra agradable de ser vista pero superflua en cuanto a contenido; con escenas poco logradas y tediosas en comparación con otras que conseguían extasiar al público, y con falencias en su construcción decayendo progresivamente la creatividad del autor a partir del segundo acto. Sin embargo, Archer destaca el instinto natural de Oscar Wilde para elaborar comedias con grandes detalles teatrales.
Oscar Wilde y las deudas. La musa inspiradora:
En el verano de 1894, Oscar Wilde no contaba con dinero para poder llevar adelante el estilo de vida que solía mantener. Esta situación no era nueva para él. Durante sus años de estudiante en el Trinity College de Oxford había comenzado a contraer deudas que luego saldaba para contraer otras. “La importancia de llamarse Ernesto” tuvo como objetivo procurarle algunas libras para subsistir. La obra fue escrita en pocas semanas y sin mucha dedicación por parte suya, a pesar de lo cual salió mejor lograda de lo que él mismo esperaba. El alivio económico llegó con la puesta en escena de la obra.
Actualidad:
Siendo una de las obras de teatro más representadas de Oscar Wilde, ha perdido vigencia con el paso de los años. Su principal atractivo como espejo de las costumbres y del comportamiento de la sociedad del siglo XIX en Inglaterra no resulta tal fuera del contexto para el que cual fue pensada.
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