Título Original (en francés): Les Liaisons dangereuses
Otras traducciones al español: Las Relaciones Peligrosas
Género: Novela epistolar
Reseña elaborada por Eleonor Nolan.
28 de Febrero, 2021.

Sinopsis:
La desgracia comienza a ensombrecer la vida de los personajes de la historia a partir de la llegada de Cecilia Volanges a su casa familiar tras ser sacada del convento de Ursulinas de*** por su madre. Ésta, la mismísima señora Volanges, ha prometido a el conde de Gercourt la mano de su hija y la boda se llevará a cabo el próximo invierno. La joven, no obstante, con apenas quince años, fija su atención en el caballero Danceny a quién conoce en una cena que organiza una parienta lejana; la marquesa de Mertuil.
Por su parte, la marquesa planea sacar provecho de los proyectos de la señora Volanges para vengarse del conde de Gercourt por haberla traicionado en el pasado al dejarla por otra mujer. El vizconde de Valmont entra aquí en escena cuando la marquesa, íntima amiga suya, le ordena que corrompa a la pequeña Cecilia para hacer pública su aventura por todo París luego de que el conde haya desposado a la joven. Pero Valmont rechaza la propuesta al tener otros intereses en mente. Encontrándose en la residencia de campo de su tía, la señora de Rosemonde, el vizconde ha descubierto en compañía de la presidenta de Tourvel un inesperado atractivo que lo impulsa a hacer todo lo posible para poseerla.
Tanto las intrigas de la marquesa de Mertuil como las del vizconde de Valmont terminan entrelazándose al verse sus víctimas en la necesidad de establecer lazos de conveniencia entre sí para sobrevivir dentro de una aristocracia en la cual los respectivos asuntos privados de unos y de otros llegan a oídos de todos en las agitadas veladas parisinas.
Estudio de los personajes:
La marquesa de Mertuil:
Este personaje se caracteriza por un temperamento frío y calculador, su mayor deleite es humillar a sus amantes provocándoles un sufrimiento indescriptible.
Dejando de lado su antiguo idilio con el conde de Gercourt, el cual ha tenido lugar unos años atrás, la marquesa de Merteuil permite que cuatro hombres le hagan la corte a lo largo del relato, y con dos de ellos llega a compartir su alcoba.
▪Belleroche, el amante fiel:
Es un hombre de un gran atractivo físico, e incluso poseedor de una gran sensibilidad, pero que carece de la agudeza mental y la destreza en el arte de la seducción que ostenta la marquesa. Su conversación resulta insulsa; su compañía, irritante; y su único encanto es prestarse con ingenuidad a los caprichos de su amada.
Estoy segura de que si ahora me diera por romper con él se desesperaría y nada me divierte más que un amante desesperado. Me llamaría pérfida y esta palabra me ha dado siempre mucho gusto. Después de la palabra cruel es la más dulce para eloído de una mujer y la que cuesta menos merecer.
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, página 8).
Cómo es de esperarse, la marquesa termina por hartarse de su enamorado y opta por emplear distintos recursos para que éste decida marcharse de su lado por decisión propia.
▪El extraño vínculo con el vizconde de Valmont:
El vizconde y la marquesa fueron amantes en el pasado; tras un intenso devaneo cortaron ese lazo que los unía reemplazándolo por una singular amistad. Una confianza ciega les permite ser confidentes y revelarse mutuamente sus actos más atroces para regodearse en los frutos del mal que siembran. Sin embargo, el vizconde de Valmont es el primero en añorar épocas mejores en las cuales sus goces eran sólo provocados por la intimidad que mantenía con la marquesa. Florecen así sus celos por el papel privilegiado que ocupa Belleroche en la vida de su estimada amiga, y se apodera de él el deseo de recuperar el poderío que antes tuvo sobre ella.
Mire, querida amiga, mientras usted se entregue a muchos no tendré ningunos celos, porque sólo veré en ellos los sucesores de Alejandro, incapaces de conservar entre todos el imperio en que yo reinaba solo. Pero si usted se da enteramente a uno de ellos, si existe otro hombre tan feliz como yo, eso no lo sufriré, no espere que lo tolere. Vuelva usted a ligarse conmigo, al menos con otra que no sea el actual; no falte por un capricho exclusivo a la amistad inolvidable que hemos jurado.
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, página 21).
La marquesa, ante los reclamos del vizconde, permite a éste que despliegue toda su galantería, y accede a ser suya por una sola noche una vez que haya logrado acarrear la perdición de la presidenta de Tourvel.
▪La tentación por Prevan:
Se trata del único hombre dentro de la esfera parisiense capaz de hacer sombra al vizconde de Valmont, tal es el grado de perfección de sus métodos para engañar a las mujeres.
Durante una cena, Prevan comienza a hablar justamente de la marquesa, a quien sólo conoce de vista y cuya reputación de mujer honrada le inspira desconfianza.
No permita Dios, dijo, que yo dude de la honestidad de la señora de Merteuil. Pero osaría creer que la debe más a su ligereza que a sus principios es tal vez más difícil seguirla que agradarla; y como corriendo tras una suelen encontrarse otras mujeres, que valen tanto o más, los unos se han distraído y los otros parados de cansancio. Y es quizás la mujer de París que menos ha tenido que defenderse. En cuanto a mí, añadió animado por la sonrisa de algunas damas, no creeré en la virtud de la marquesa de Merteuil, antes de haber reventado seis caballos en hacerle la corte.
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, página 96).
Prevenida por el vizconde sobre las intenciones de Prevan de poner a prueba su dominio sobre sí misma, la marquesa decide aprovechar la ocasión para divertirse a costa de éste; así, favorece algunos encuentros casuales con él y en compañía de conocidos en común. Una vez establecida la familiaridad necesaria entre ambos, se pauta un encuentro íntimo en casa de la marquesa que concluirá en una burla contra el engreído hombre.
▪El antojo por el caballero Danceny:
Luego de deshacerse de Belleroche, la marquesa fija su atención en el caballero Danceny quien se convierte en un reemplazo perfecto al ser igual de necio que aquel pero dueño, en cambio, de un aire más fresco y apasionado el cual debe a su juventud. No obstante, el interés de la marquesa, al igual que en el caso de Belleroche, oculta una necesidad por verse rodeada de hombres de poca valía para llevar las riendas de la relación manipulándolos según su comodidad.
No se encuentran muchas cartas que hayan sido intercambiadas entre Danceny y la marquesa por lo que no hay más datos que agregar al respecto. Por otro lado, el vínculo que mantuvieron fue sumamente breve.
La señora Volanges:
Su propio matrimonio fue en su momento un enlace por interés. Habiendo, más tarde, quedado viuda, tuvo que encargarse de tomar todas las decisiones pertinentes a la educación de su hija. Su amistad con la presidenta de Tourvel, a quien se encargó de emparejar con su actual marido, y su estrecha relación con la señora de Rosemonde son su fuente de consuelo en los momentos de mayor angustia que debe atravesar. La señora Volanges lejos está de verse tentada por los encantos de los hombres con quienes pudiese vincularse; no muestra interés alguno por querer ser amada ni pretende, por su parte, volver a experimentar tal sentimiento. La psicología de este personaje se define por los siguientes puntos:
▪Su trato severo y poco afectivo a su hija:
La única razón del regreso de Cecilia a su casa es el deseo de su madre de unirla con un hombre de título nobiliario y de una holgada fortuna. Cuando descubre que Cecilia mantiene una correspondencia secreta con el caballero Danceny, procura inmediatamente romper este vínculo bajo amenaza de encerrar a su hija de nuevo en un convento pero esta vez para siempre.
Después de haber abusado, caballero, de la confianza de una madre y de la inocencia de una niña, no sorprenderá a Ud. no verse más recibido en una casa en que ha correspondido a las pruebas más sinceras de amistad con el proceder más impropio de un hombre honrado Prefiero suplicarle que no vuelva a poner los pies en mi casa, a dar a mi portero unas órdenes que nos comprometerían a los dos igualmente, por las observaciones que los criados no dejarían de hacer. Tengo derecho a creer que usted no me obligará a acudir a este medio tan poco favorable para ambos.
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, páginas 83 y 84).
▪Su preocupación por la presidenta de Tourvel:
La señora Volanges actúa con ésta con la misma rigidez que con su propia hija; pero permitiéndose expresar con honestidad sus pensamientos. Así la señora Volanges, al percatarse de la insistencia con la que su amiga pretende limpiar la reputación del vizconde de Valmont, procura develarle el peligro al que se expone al permanecer cerca de éste y en la soledad de una casa de campo. Llega incluso a sugerirle que se marche de allí inmediatamente, o que consiga, al menos, que sea el vizconde quien parta para París. Para desgracia de la señora Volanges, conforme avanza el relato, el vizconde llega a tener entre sus manos las cartas que la presidenta de Tourvel ha recibido durante su estadía en la casa de la señora de Rosemonde, y de este modo descubre que ha sido ella quien ha procurando separarlo de «su adorada devota». En consecuencia, el vizconde decide vengarse humillando a su hija.
▪Su respeto hacia la señora de Rosemonde:
Aunque ésta es la tía de uno de los hombres que más aborrece, acude a ella para rogarle que la ayude a tomar una decisión con respecto a su hija cuando se percata de las locuras que ha podido cometer. Una simple palabra, o un silencio de la señora de Rosenmode bastarán para que opte por una u otra opción.
¡Oh, amiga mía! ¡En qué pavoroso velo envuelve usted la suerte de mi hija! ¡Y parece que usted teme que intente yo descorrerlo! ¿Qué es lo que me oculta que pueda afligir más el corazón de una madre que las horribles sospechas en que me sume? Cuanto más conozco su amistad y su indulgencia, más se redoblan mis tormentos; veinte veces desde ayer he querido salir de estas incertidumbres atroces y pedirle que me lo cuente todo sin precauciones ni rodeos, y siempre me he sobrecogido de miedo al pensar en el ruego que de no interrogarla me hace usted.
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, página 275).
Cecilia Volanges:
La muchacha se destaca por su belleza y por su candor, así como por la falta de conocimiento sobre cómo desenvolverse en sociedad ya que ha estado apartada de ésta por varios años al haber sido recluida en un convento por decisión de su madre. Aún así, Cecilia pareciera ser más despistada que otras jóvenes ya que su intuición no le ayuda a sortear los obstáculos más simples con los que se encuentra como hija de una mujer perteneciente a la aristocracia.
Cecilia se relaciona con tres hombres en la presente narración. La información necesaria sobre los mismos nos llega inicialmente a través de la correspondencia que la joven mantiene con Sofía Carnay, una pupila del mismo convento al que ha asistido. Luego nos llegan más detalles gracias a las cartas que envía a la marquesa de Merteuil, al caballero Danceny, y más tarde por las que el vizconde de Valmont envía a estos últimos.
▪La primera ilusión romántica; su noviazgo oculto con Danceny:
Cecilia conoce a este joven en una cena que organiza la marquesa de Merteuil. En este encuentro terminan cantando juntos distintas áreas para entretener al resto de los presentes. Más tarde, en esa misma velada, se pauta que habrán de juntarse para ensayar distintas obras en casa de la señora Volanges y bajo la supervisión de ésta.
El interés que siente Cecilia por Danceny es correspondido y éste no tarda en declararle su amor.
Antes de rendirme, señorita, ¿diré al placer o a la necesidad de escribir a usted? empiezo por pedirle se sirva escucharme. Conozco que necesito de indulgencia para atreverme a declararle mis sentimientos, y me sería inútil si sólo quisiera justificarlos. Y al cabo, ¿qué pretendo hacer con mostrarle lo que usted misma ha causado? Y ¿qué decirle que mis ojos, mi turbación, mi conducta y aun mi silencio, no le hayan dicho ya? ¿Por qué se ofendería de un sentimiento que usted misma ha producido? Dimanado de usted es sin duda digno de serle ofrecido; y si es ardiente como mi alma es puro como la suya…
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, página 23).
Empero, Cecilia prohíbe al caballero Danceny que vuelva a tomarse la libertad de expresar sus sentimientos cuando las circunstancias no lo permiten; por lo demás, la forma que aquel ha elegido para dicha manifestación censuran su proceder aún a ojos de una criatura tan poco despabilada como Cecilia. A pesar de esto, y transcurrido un cierto tiempo, la muchacha acaba cediendo a los ruegos de Danceny.
▪La repulsión por el conde de Gercourt:
Lo único que llega Cecilia a saber al respecto de su prometido es que se trata de un hombre de treinta y seis años, poseedor de una gran riqueza pero también dueño de un carácter intratable según las propias palabras de la marquesa de Merteuil. Con dicha descripción Cecilia en seguida empieza a despreciar a su futuro marido, a quien en realidad nunca llega a ver en persona durante los preparativos de su boda; es su madre quien se encarga de mantener al tanto al conde de todo lo referido al enlace que lo unirá con su hija.
▪La violación por parte del vizconde de Valmont y su posterior relación con éste:
Con la excusa de actuar como intermediario entre el caballero Danceny y ella en el momento en que la señora Volanges decide alejar a su hija de la ciudad, el vizconde se presenta ante Cecilia como su más ferviente servidor para aprovecharse de la inocencia de la muchacha. El vizconde le propone así que robe una de las llaves que guarda su madre y que permiten tener acceso a su habitación para hacer una copia de la misma y poder entregarle las cartas de su amado cuando todos se encuentren dormidos. La joven accede con ciertas resistencias y una noche sucede el evento fatal.
Destrozada por el dolor de lo ocurrido, Cecilia termina confesando lo que ha padecido a la marquesa de Mertuil. Ésta, lejos de consolar a la niña, logra con sus argumentos que olvide el terror que le ha infundado el vizconde de Valmont, y la persuade de la conveniencia de convertirse en su amante. La mente poco cultivada de Cecilia no le permite advertir la trampa y se convierte de esta manera en un juguete en manos del vizconde.
Veo bien que lo que creía fuese una desgracia, no es casi nada, y es necesario confesar que hay en ello mucho placer; de modo que ya casi no me aflijo. Sólo la idea de Danceny es la que me atormenta muchas veces: pero hay momentos en que no me acuerdo absolutamente de él. ¡Y es porque el señor Valmont es tan amable!
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, página 153 y 154).
El vizconde de Valmont:
La lujuria y el placer por la crueldad rigen el comportamiento de éste personaje. Sus más bajos instintos se despiertan al contemplar la belleza de cualquier mujer. Sabe manejar «con igual destreza el elogio y la sátira» para subyugar, con uno, a sus víctimas e imponer, con la otra, respeto ante sus adversarios.
La agitada vida del vizconde queda en evidencia a través de sus enredos amorosos.
▪La adoración por la presidenta de Tourvel:
Esta mujer es una presa de lo más apetecible para el vizconde de Valmont por su devoción religiosa. Éste no puede evitar burlarse para sus adentros de dicha actitud pues son constantes los episodios en los que aquella dama manifiesta abiertamente su intención de ayudarlo a enmendar las faltas que ha cometido en el pasado. Por lo demás, se trata de una señora que otorga poca importancia a su aspecto pues carece de gracia en el vestir y en su forma de andar.
A medida que se desarrollan los acontecimientos, resulta demasiado fácil para el vizconde engañar a la presidenta de Tourvel y acosarla con una tenacidad atroz.
No me conoce usted, no señor, no me conoce. De otro modo no hubiera creído poder fundar sus pretendidos derechos en sus mismas faltas: porque usted me ha dicho proposiciones que yo no debía haber escuchado. No se hubiera creído autorizado a escribir una carta que yo no debía leer; y ahora me pide que yo guíe su conducta y dicte sus discursos. Pues bien el silencio y el olvido son los consejos que me cumple dar a usted y a usted el seguirlos. Entonces tendrá derecho a mi indulgencia y aún dependería de usted tenerle a mi reconocimiento… Pero yo no pediré nada a quien me ha faltado al respeto. No daré más prueba de confianza a quien ha abusado de mi seguridad.
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, página 36).
▪Emilia (apellido desconocido); el rencuentro de un viejo placer:
Se trata de una antigua amante del vizconde, una actriz de la Ópera de París. Se dan dos episodios con esta mujer, separados entre sí por no más de dos meses.
a)La carta escrita en su espalda desnuda:
Al regresar a París por primera vez desde su residencia en casa de su tía, el vizconde acude a una función en la Ópera y luego se pasea por los camarines donde encuentra a Emilia en compañía de varias amistades; el vizconde es invitado a acompañarles en una cena y éste accede. Cuando el convite finaliza, Emilia y el vizconde comparten una momento de pasión. Más tarde, aún cubiertos sólo por las sábanas, el vizconde utiliza la espalda de Emilia como atril para escribir una carta a la presidenta de Tourvel expresándole en ésta la sinceridad de sus sentimientos por ella.
b)La carcajada a la salida del teatro:
Después de haber hecho una visita a la presidenta de Tourvel, el vizconde se excusa de no poder seguir en su grata compañía y la abandona para ir a buscar a Emilia a la salida de la Ópera. La presidenta, por lo tanto, decide aprovechar la noche para ir a cenar afuera con unas amistades y pide que preparen su coche para ello. Al pasar frente a la Ópera la presidenta identifica el coche del vizconde y decide asomarse por la ventana para cerciorarse de no incurrir en un error. Sus ojos, llenos de angustia, contemplan la figura de una mujer que se encuentra sentada a su lado; claramente se trata de Emilia. Ésta, alertada por el vizconde sobre la presencia de la presidenta en el coche vecino, se asoma a su vez para poder observarla y comienza a reírse estruendosamente al contemplar aquel semblante alterado por el horror.
▪Una noche de pasión con la vizcondesa de M***:
En uno de los tantos viajes que realiza Valmont, se detiene a pasar un día en la casa de la condesa de… donde encuentra a una vieja conocida a la que le propone pasar la noche juntos; pero existe una complicación, tanto el amante de ésta como su marido están allí hospedados. Sin embargo, el vizconde se las ingenia para librarse tanto de uno como del otro y deleitarse hasta la madrugada con los placeres que le proporciona la vizcondesa.
▪Cecilia Volanges, pupila y amante:
Como ya hemos comentado, el vizconde de Valmont se sirve de la inocencia de la joven para lograr un acercamiento y abusar de ella. Luego de este acontecimiento la relación que pretende mantener con la muchacha atraviesa ciertas dificultades pues ésta ha quedado sumida en el terror tras su primer encuentro amoroso con el vizconde. No obstante, una vez que la marquesa de Mertuil toma cartas en el asunto Cecilia se entrega con gusto a su victimario. El vizconde aprovecha esta oportunidad para vincularse de una manera más íntima con la joven y darle una apropiada instrucción en vistas de los encuentros carnales que habrá de mantener con el conde de Gercourt cuando éste se convierta en su marido.
Sí, a la verdad, le he enseñado cuanto sabía, y hasta las complacencias; y sólo he exceptuado las precauciones(…)Me divierto en dar a cada cosa el nombre técnico; y río de antemano de la interesante conversación que esto debe suscitar entre ella y Gercourt, la primera noche de su matrimonio. ¡No hay cosa más graciosa que el ver la ingenuidad con que ella emplea ya lo poco que sabe de esta lengua! No se imagina que pueda hablarse de otro modo. ¡Esta niña es realmente hechicera!
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, páginas 185 y 186).
▪La marquesa de Mertui, una relación lujuriosa:
En el tiempo en que nos amamos, y yo creo que aquello era amor, yo era dichosa, ¿y usted, vizconde?… Pero, ¿a qué ocuparse ahora de una dicha que no puede volver?
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, página 221).
En la mayoría de las cartas que el vizconde de Valmont escribe a su querida amiga, éste insiste en recuperar el vínculo que antes los había unido. A pesar de que la marquesa accede en un principio a tener un encuentro a solas si aquel logra seducir a la presidenta de Tourvel, esta promesa se desvanece poco a poco en la medida en que el vizconde comienza a insinuar que su intención es obtener una reconciliación que restituya todos los derechos de los que había gozado en el pasado.
El caballero Danceny:
Miembro de la Orden de Malta, nacido en cuna noble, y con una riqueza escasa, no es rival alguno, dada ésta última circunstancia, para los grandes señores de la aristocracia parisina a la hora de congraciarse con alguna dama de su mismo rango social.
Se muestra como un joven cortés, educado, de honrados sentimientos, y, por lo demás, con una gran habilidad para dedicar bellos versos a las mujeres de su interés. No obstante, cierta falta de astucia actúa en detrimento suyo para alcanzar la victoria en sus proyectos de conquista.
▪La lealtad, casi constante, a Cecilia Volanges:
Se enamora de ella al contemplarla en la velada que celebra la marquesa de Mertuil. Al poco tiempo de iniciado su trato Danceny le entrega una carta para confesarle la pasión que inspira a su corazón y pedirle reciprocidad. Poco más hay que añadir al respecto salvo que si logró conseguir el amor de Cecilia fue tan sólo por la piedad que supo inspirar a la muchacha.
¡Oh, Dios! ¡Qué pesar me ha dado la carta de usted! ¡Por cierto que valía la pena de que yo la aguardase con tanta impaciencia! Esperaba encontrar con ella consuelo, y véame más afligida que antes de haberla recibido. ¡Cuánto he llorarlo leyéndola!(…) ¿Qué significa lo que usted me dice, que su amor es ya un tormento, que no puede vivir así, ni tolerar más tiempo su situación? ¿Va quizás a cesar de amarme, porque no es ya tan agradable como anteriormente?
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, páginas 125 y 126).
▪La incomprensible atracción por la marquesa de Mertuil:
Cuando el caballero Danceny se ve privado tanto de la compañía de Cecilia como de la posibilidad de comunicarse con ella por escrito, aquel fija su atención en la marquesa quien hasta ese momento había actuado como confidente tanto de su amada como suya. La marquesa no guarda similitud alguna con Cecilia. Sin embargo, impulsado por la soledad, Danceny intenta encontrar entre brazos el afecto que no ha podido hallar en los de Cecilia para apaciguar su amor por ésta.
La presidenta de Tourvel:
▪Esposa abnegada y afectuosa:
Aunque poco nos es revelado en la novela, la presidenta se encuentra casada desde hace dos años con un hombre que le procura una vida tranquila y feliz. Su marido, en el momento en que tienen lugar los acontecimientos que terminan causando la decadencia física y moral de la presidenta, se halla en Dijon en un viaje de negocios. Las únicas noticias que tenemos de él son las pocas que puede dar su propia esposa al recibir ocasionalmente alguna que otra carta por parte suya.
▪Su obsesión por el vizconde:
Si bien podrá parecer contradictorio, la presidenta de Tourvel es el personaje más proclive a sufrir la tentación por experimentar los placeres mundanos. No obstante, este deseo es reprimido con el debido pudor que imponen los valores cristianos que le han sido inculcados desde niña. A medida que se avanza en la lectura del libro, se hace más evidente su lucha por esconder sus instintos más sexuales los cuales que afloran cuando conoce al vizconde de Valmont.
Sí, me gusta ver y considerar a esta mujer prudente metida sin percibirlo, en un camino en que no puede volver atrás, y cuya rápida y peligrosa pendiente la arrastra a pesar suyo y la obliga a seguirme. Espantada allí del peligro que la amenaza, quisiera detenerse y no puede, y aunque por su cuidado y destreza acorte sus pasos, es necesario que éstos se sucedan.
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, página 150).
La señora de Rosemode:
A pesar de la mala fama que acompaña a su sobrino, éste se ha ganado su afecto y heredará todos sus bienes cuando fallezca. La señora de Rosemonde, bondadosa por naturaleza, no se engaña con respecto a las costumbres del vizconde, pero aún así su compañía le resulta sumamente grata y no puede evitar echarlo de menos cuando éste se encuentra en París.
Por sus años de experiencia, así como por su inclinación a auxiliar a los demás, sus consejos son pedidos con frecuencia aunque los mismos no siempre dan prueba de un juicio certero.
▪Su piedad por el sufrimiento de Valmont:
Aunque se muestra dispuesta a brindar su apoyo a sus conocidos cuando es necesario, la señora Rosemode, una anciana que amaba demasiado a su sobrino, era más sensible a los pesares de éste que a los de cualquier otro individuo. Esto la llevó a comportarse de acuerdo a sus emociones en asuntos que en los que el vizconde se encontraba involucrado, y la indujo, indirectamente, a causar un profundo dolor a otras personas.
▪Su silencio frente a los hechos consumados:
Si fue incapaz de guardar para sí misma los detalle sobre los cambios de comportamiento que notó en el vizconde luego de su primer ruptura con la presidenta de Tourvel, actuó, en cambio, con mayor prudencia al tener que ocultar cuanto sabía cuándo se vio en juego el nombre y la reputación de aquel, así como también la de Danceny y la de Cecilia. Ésta actitud en consideración a su sobrino procuró la salvación de la honra de los jóvenes amantes y de la señora Volanges; aunque, en verdad, la misma ya había sido destruida.
Después de lo que usted me ha comunicado, señor, no hay más remedio que llorar y callarse. Se siente vivir aún, cuando se conocen horrores semejantes, se avergüenza una de ser mujer cuando se sabe que hay una capaz de tales demasías(…)Si usted me permite que, a mi edad, le haga una reflexión que no suele hacerse a la suya, le diré que si tuviésemos una idea clara de aquello en que la verdadera felicidad consiste, no iríamos nunca a buscarla fuera de los límites marcados por las leyes y la religión.
(Las amistades peligrosas, por Pierre Choderlos de Laclos; Ediciones Freeditorial, páginas 272 y 273).
Crítica:
▪Discurso superfluo y repetitivo por parte del caballero Danceny, el vizconde de Valmont, y la presidenta de Tourvel:
Si bien la lectura de la mayoría de las cartas resulta placentero, algunas pueden resultar agobiantes. Tal es el caso de aquellas que son escritas por Danceny, quien suele recurrir a súplicas para infundir compasión, y las intercambiadas entre sí por el vizconde de Valmont y la presidenta de Tourvel en las cuales uno insiste en adoptar un lenguaje que no le es propio para captar la atención de su amada, y ésta, a su vez, se obstina en rechazarlo para luego contradecir sus propios dichos al contestar sus cartas una y otra vez.
Éste proceder, tanto de uno como de los otros, no deja de reflejar cómo era la personalidad de ciertas figuras pertenecientes a la aristocrática parisina de la segunda mitad del siglo XVIII. Esto no exime al escritor de la falta de no haber utilizado ciertos recursos para que las acciones de estos personajes no resultasen tediosas al lector.
▪Hipocresía en la construcción del carácter de Cecilia:
Presentada como un personaje que desconoce los principios por los cuales se rige el mundo, es, sustancialmente, una muchacha, o bien insensata, o que actúa como si lo fuese para permitirse actitudes censurables una vez que es introducida en las prácticas maquiavélicas. La aceptación de un comportamiento sádico, más aún, su incursión en tales maniobras perversas, denotan una personalidad que ya estaba corrompida o cuya naturaleza era afín a esos accionares; por ende se presenta en la novela una dualidad que deja confuso al lector sobre si la conducta de Cecilia es incentivada por la ignorancia o por su propio placer en hacer el mal.
▪La carta LXXXI:
En ésta misiva se nos da a conocer el pasado de la marquesa de Mertuil y las circunstancias que le permitieron convertirse en una mujer respetada por la sociedad y codiciada por los hombres. La carta constituye, en términos teóricos, un sinsentido para el desarrollo de la historia dado que ningún suceso anterior ha dado pie a su redacción. Sin embargo, en términos prácticos, resulta interesante lo que en ella se revela. Dicho esto último, el escritor tendría que haber elaborado la misma de forma diferente; de otro modo, el propósito de aquella parece ser únicamente extender unas pocas páginas la longitud de su obra.
Conclusión:
Los pensamientos más perversos que puede albergar la mente de una persona, y las posteriores acciones que es capaz de llevar a cabo para depravar, y ocasionar la ruina de los otros por medio de la seducción son revelados en esta obra con una admirable exactitud. Las consecuencias que los agresores y las víctimas deben sufrir como parte de su destino también se traslucen de forma exquisita. Por ello, este libro es apropiado para adentrarse en el conocimiento de la crueldad y del padecimiento humano.
Calificación: 9/10 plumas
